

Bernard Madoff es un tipo con pinta respetable y bien trajeado. Nada que ver con la cara de pardillo recién llegado del terruño de Tony Leblanc vendiendo
estampitas en
Los tramposos.
Emulando a Robert Redford y Paul Newman,
el golpe de Madoff ha sido colosal. Cuentan las lenguas digitales -no sé si también malas- que entre sus principales víctimas se encuentran las familias más adineradas de España, posiblemente otros pícaros que se creían más pícaros que el aparente tontolaba. Pero lo cierto es que el
tontolaba se la ha metido doblada a aquellos que entraban 'en el selecto club'. ¿Estará el célebre Antonio Alcántara entre ellos?...
Parafraseando a Albert Einstein, a diferencia de los números de la cuenta bancaria, la estupidez humana no conoce límites. Los
hedge funds estaban destinados para millonarios que se creían los más listos, timados por otro millonario aún más listo que ellos. A pesar de que la estafa piramidal cuenta ya con un siglo de edad sigue calando gracias a la codicia. Los expertos piden 'una mayor dureza para estos delitos' leo en un medio digital.
Aunque no sea un experto estoy de acuerdo y es más, propondré una medida disuasoria: que una vez que el próximo colega de Madoff que cojan con el carrito de los helados sea condenado a trabajos forzados para hacer verdad aquello de 'te ganarás el pan con el sudor de tu frente', que su nueva actividad sea retransmitida en una ventanita dentro del canal
Bloomberg en sus pantallas de plasma colocadas estratégicamente en las más prestigiosas escuelas de negocios, y por qué no, en los despachos de los super-mega MBA. Serán testigos de lo que les espera si deciden subirse a la pirámide.
"Dinero llama a dinero" les han hecho creer. ¿No será más apropiado decir que dinero come dinero?