Otro año nos han dado calabazas en el eurofestival. De nuevo a la cola de Europa. De hecho llevamos más tiempo sin ganarlo que el Real Madrid cuando tuvo su sequía de la champions. Y eso que este año las votaciones las emitía un jurado además del público, menos imparcial. Pero se ha visto que a este paso el festival va a ser cuestión de tener más embajadores que artistas.
Las estrellas de las sucesivas operación triunfo han ido cargadas de ilusión a una Europa que les cierra la puerta en las narices. Eso unido a que han entrado muchos más países y eso ha contribuido a elevar el listón. Sin desmerecer al seguramente justo ganador noruego, en el fondo esto de los concursos es como la vida misma: no necesariamente triunfan los mejores. La prueba es que ganamos con Massiel y Salomé y fracasamos con Julio Iglesias.
Propongo que el año que viene, si vamos, mandemos a algún hispano-noruego/a de buen ver -que alguno tiene que haber-, acompañado por Remedios Amaya vestida de faraona bailando un mix de flamenco-afterpunk salpicado de ritmos arábigos, acompañada de un cortejo salido de lo mejor de chueca, porque el violín sin cuerdas ya cantaría demasiado. La venganza se sirve...
Viva la globalización.
2 comentarios:
Debe haber algún ejemplar así y si no se fabrica como tantos otros.
Lo mejor es no ir.
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