24 de diciembre de 2009

Feliz Navidad










Ni solsticio de invierno,


ni felices fiestas,


ni laicidades por el estilo.




El país de Alatriste os desea unas felices y políticamente incorrectas Navidades.


5 de diciembre de 2009

El sindicalista camuflado


Un estudiante de 18 años pretende aguar la fiesta en el congreso de diputados consistente en una especie de baile de disfraces sin música ni antifaz pero con el minuto de gloria para la lectura de un artículo de nuestra sacrosanta y pisoteada constitución. Un acto pleno de buenas intenciones, del que cada año nos cuesta más entender qué estamos celebrando exactamente. Recitar los resultados de todas las jornadas de la temporada de Liga de fútbol 1978-79 me ofrecería sin duda mayor interés.


Dicen que no fue el momento ni el lugar apropiado. Es posible. Como también que hubiera nacido -no sólo él- en el país equivocado. Lo que sí es cierto que lo único que hizo el señor Borderías fue verbalizar el pensamiento de muchos españoles, curiosamente trabajadores reales. Del tratamiento de la noticia por la torticera Televisión Española ni hablo.


No es ningún secreto que si el partido en la oposición estuviera ahora en el gobierno como mínimo iríamos por la segunda huelga general, como ha pasado en Francia con menos de la mitad de la tasa de paro que España. Y es que el cariño que ugeté y ce-cé-o-ó profesan a Zapatero tampoco incitan a celebrarla. Fueron esos mismos sindicatos los que negociaron convenios que nos convertían en carne de cañón. La compañera del comité de empresa lo justificó diciendo que lo firmaron representantes ajenos a nuestro sector. Ya lo dice el viejo refran: 'Guárdeme Dios de mis amigos que de mis enemigos ya me cuido yo'.


En una de mis queridas ex-empresas unos compañeros tuvieron la feliz idea de anticiparse a la ley anti-tabaco y tras mucho trasegar con la dirección consiguieron hacer del lugar de trabajo un espacio sin humos. Un día se me ocurrió -esa idea ya no fue tan feliz- pasarme por el local del comité de empresa. Tuve que reprimirme de preguntar a qué hora comenzaba la timba y cuál era la apuesta mínima. Era obvio que aquello constituía su pequeño oasis en la oficina. Sólo faltaban el whisky y las cubiteras. O eso me pareció.


Creo que nadie en su sano juicio negaría la importancia histórica del sindicalismo por ejemplo, en la Revolución Industrial. Pero también estaremos de acuerdo en que el mundo ha cambiado bastante desde el siglo XIX, al menos en el mundo occidental civilizado. Tanto que algunos gobiernos les subvencionan. Incluso sus afiliados pueden deducirse las cuotas en la declaración de impuestos.
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