Las medidas potentes

La desaceleración económica ya nos trae el primer asalto contra el gobierno de Zp. La huelga de los transportistas para reclamar medidas anti-dumping (en castellano, contra la competencia desleal) y principalmente, una bajada de los impuestos del gasoil cuyo precio ha sufrido un incremento del 36% en el último año, y un 13% la gasolina. Son cifras sensiblemente lejanas a las del IPC de Solbes. Es un error pensar que sólo afecta a los que utilicen vehículos. La subida del precio del carburante afecta a todos los demás. No creo que haya que hacerse un master en Economía en Harvard para comprenderlo.

En España los carburantes están gravados dos veces: con el impuesto especial y el IVA. Incluso tres en algunas comunidades autónomas con el 'céntimo sanitario', considerado por cierto de dudosa legalidad desde Bruselas. Si a eso le sumamos los repercutidos sobre los vehículos, seguros obligatorios e impuestos municipales los convierte en una especie de artículos de lujo. Un 'lujo' con el que algunos trabajadores se ganan la vida, o mejor sería decir que la pierden.

Por tanto creo que hay sobradas razones para que una de las patronales ejerza su derecho a la huelga. Es la forma de ejercerlo lo que algunos cuestionamos. Es urgente regular este derecho porque nos guste o no. En este país -como le gusta llamarlo a Zapatero- a menudo las huelgas se convierten en instrumento 'de presión' digno de los muchachos de Ginés Jiménez -sí, el de la foto de abajo, qué curioso- siendo lo que yo llamo en términos del género progre la solidaridad más insolidaria y los 'piquetes informativos', uno de sus eufemismos favoritos.

Hablando de medidas potentes. No he podido evitar acordarme de algunas adoptadas por el anterior gobierno donde estuvo Rubalcaba cuando aquello del talante no se estilaba.