27 de marzo de 2010

Liderazgo








"Soy el capitán de mi alma, soy el amo de mi destino"


Morgan Freeman como Nelson Mandela en Invictus




En Invictus Morgan Freeman se mete en la piel de Nelson Mandela. No voy a contar aquí la vida de este personaje creo que por todos conocido. No sé si la película retrata fielmente su etapa de presidente del gobierno sudafricano. Lo que si sé es que Freeman nos transmite un personaje de una gran talla humana. Una persona que es capaz de perdonar a los que le encerraron durante 27 años no debe ser fácil de encontrar.

No es que este Mandela sea un buen político, sino un auténtico líder. Sabe que para ser respetado primero tendrá que ganarse a sus enemigos. Desoyendo los consejos de sus partidarios, decide mantener a los springbucks, de raza blanca, en la selección de rugby del país que se enfrenta a la organización del campeonato mundial. Un reto añadido si tenemos en cuenta que no es un deporte que goce de las simpatías de la mayoría negra. Mandela quiere que la organización sea óptima y además que Sudáfrica se proclame campeona. El primer paso será invitar a tomar el té al capitán de la selección, François Pienaar (Matt Damon), en una escena que resume toda su personalidad. Poco a poco logrará embarcar también a los negros en su ambicioso proyecto. Desde el principio quiere dejar claro que su función será servir a su país, y con él a todos sus ciudadanos. Sin excepción.




El gran Morgan Freeman encarna todas las cualidades de este jefe-líder. Se preocupa por las circunstancias familiares de sus empleados: conoce los nombres de cada uno de los jugadores, y nota la ausencia de uno de ellos en un entrenamiento. Todos son importantes. Humildad: no es sólo el jefe, sino el que ayuda a conseguir un objetivo común. Algo fundamental en un deporte de equipo como es este y al contrario de lo que pueda parecer, de los más nobles que existen. Los jugadores son una piña tanto dentro como fuera del campo. Me han contado -no he podido comprobarlo- que cuando el equipo visitante salta al campo los locales le hacen un pasillo y tras el partido, les invitan a unos bocadillos y cervezas. Como en muchos deportes ¿verdad? La película vale también la pena por el espectacular Haka, la danza de origen maorí de la selección neozelandesa antes de comenzar el partido.


Ciertamente, algunos gobiernos son afortunados al contar con un verdadero líder.

2 comentarios:

Leona catalana dijo...

No hay color entre un verdadero líder y un payaso histriónico.

Y no hace falta dar ningún nombre.

Natalia Pastor dijo...

Reconozco que no me gustó la película, en compración con el libro de John Carlin que es muy,pero que muy bueno.
Tras el partido, esa cervezas a las que invita el anfitrión al equipo contrario se llama "tercer tiempo".
Y efectivamente, el liderazgo se ejerce, es respetado y se sigue hasta las últimas consecuencias.

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