4 de noviembre de 2010

No marques las horas




Cada vez que le echamos una hora más al último sabadete de octubre o se la quitamos al de marzo me acuerdo de un comentario que escribió un lector de uno de esos periódicos de distribución gratuita -llamar a algunos así me parece un insulto para los que son de verdad- pero hoy no me meteré en política, y menos aún con la canallesca. Volviendo al brillante comentario venía a decir algo así como esto: por muchas vueltas que demos a las agujas del reloj, las horas de luz solar son las mismas. La finalidad es trasladar el consumo de energía durante la mañana, que suele realizarse en las empresas, a la tarde-noche en los hogares. Fue publicado hace ya unos cuantos años, varios antes de la desaceleración económica devenida en puta crisis. Y con la que está cayendo lo raro es que no le saquen media hora más al domingo siguiente, con la cantidad de megawatios no consumidos -en las que no hayan colgado el cartel de cerrado o acudido al concurso de acreedores claro- aún se podrian saldar unas cuantas facturas pendientes que empiezan ya a coger color y no precisamente bronceado. Aunque a las seis ya sea casi noche cerrada en Estepaís salvo contadas excepciones, no cena a las siete ni Cristo, y menos se va a la cama a las nueve de la noche y mientras tanto, el contador de las eléctricas dando vueltas como los relojes de Jorge Sepúlveda y Los Panchos.






Es de lo más brillante y sensato que leí en aquellos papeles para pintar la habitación de los niños. Cuánta sabiduría y sentido común resumidos en un par de líneas. Mucha más de la que se imparte en esos masters del universo con traje y corbata, de expertos gurús en explicar el desastre a toro pasado pero ya no tan diestros para anticiparse a la debacle, o vigilar al desaprensivo Madoff. Como aquel génio director financiero de una empresa de recursos de multas que tuvo la ocurrencia de imprimir los escritos en letra más pequeña para ahorrar tinta que luego había que leer con lupa o a costa de las facturas del oftalmólogo de los que se dedicaran a esos menesteres. O como aquellos y aquellas que nos suben los jodidos impuestos o quitan las desgravaciones de las hipotecas cuando las cuentas no cuadran con su ábaco. Así yo también soy ministro de economía y el asesor que se lo lleva crudo. Y la madre que los parió.

2 comentarios:

Leona catalana dijo...

Nunca he entendido lo del cambio de horario porque el resultado es diáfano hasta para un escolar de primaria.

Luego se ofenden si les llamas tontos.

J. F. Sebastian dijo...

Leona:

Creo que ya somos unos cuantos. A lo mejor son los tontos quienes se ofenden.

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