Hoy se conmemora el holocausto judío con motivo del 63 aniversario de la liberación de Auschwitz por las tropas soviéticas. Un día para que no olvidemos.
Creo que son las leyes y el estado de derecho la principal diferencia de los humanos del resto de animales, puede que la única porque en otras cosas somos peores que ellos, como ocurrió en el corazón de Europa en aquellos horribles años. Eso me hace pensar que a veces el ser humano no es mucho mejor que las alimañas. Los españoles tampoco estamos libres de pecado: los reyes católicos decretaron su expulsión en 1.492, me temo que por motivos más espúreos que los religiosos.
Este verano estuve en Praga y tuve la oportunidad de visitar su precioso barrio judío. Entramos en una sinagoga cuyas paredes estaban cubiertas en su totalidad por los nombres de las víctimas y sus respectivas fechas de nacimiento y muerte. De ahí no es difícil deducir la cantidad de niños a los que esos salvajes asesinaron, algunos de ellos no llegaban a los diez años de edad. Sin embargo no fue eso lo que más me impresionó de la visita. En la sala tenían expuestos cuadernos y dibujos, testimonios de su sufrimiento. También recuerdo las maletas con nombres de sus propietarios despojados escritos con tiza.
Por cierto, la ley alemana castiga la negación del holocausto y la exhibición de símbolos nazis. A ver si nuestros legisladores toman ejemplo por la violencia que sufren ciudadanos dentro y fuera del país vasco.
5 comentarios:
Hay atrocidades que estremecen. Pero creo que aún así volveremos a tropezar en la misma piedra... otra vez.
Mira que pasé por tu blog cuando puse los enlaces a los que habían tratado sobre este tema y de los que soy asidua lectora.
Seguramente aún no habías subido la entrada, y paso a enlazarte y corregir mi error rápidamente. Fíjate que te tengo en mi blogroll.
Siempre deberemos mantener en nuestra memoria, el recuerdo del Holocausto, y el descenso a los infiernos de la condición humana.
Ver hasta que punto se pudo llegar en el desprecio absoluto a la vida,a la caridad y a la piedad, es escalofriante.
Fue atroz y lo más terrible es que no hay garantías de que algo similar no vuelva a ocurrir.
Los alemanes llevan el Holocausto como una especie de estigma.
Una vez, me atreví a hacer una broma con un alemán utilizando el término germano "Heil" con el que saludaban a Hitler, no olvido la cara que se le puso a mi amigo alemán, que educadamente evitó la conversación con un silencio muy de ellos.
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